Frío metal asido…

La serenidad de saber que el frío metal me une al cálido deseo,
que bajo Tu mirada se fragua la inmediatez del servicio
y aunque mi cuerpo se acelera mi ser logra la calma,
todo ello necesario para disfrutar del intenso momento,
y aunque no puedo observar lo que me ocurre,
si conservo lo aprendido.

Como si de un mantra se tratase, Tu voz me invade,
Tus caricias me preparan y Tu guía me ilusiona.

Quiero que me sorprenda el instante,
nada deseo esperar ni conocer de antemano
que la escritura de Tu mente trace la historia
y hacer realidad en ella Tus anhelos.

Desconocido final el que albergas,
y aunque nada sepa del inmediato tiempo
hablamos de sensaciones indescriptibles en palabras
y son Tus manos las que me cuentan,
Tus ojos los que me iluminan
y Tus ansias las que me completan.

Busco en mi interior cuando acuden mis demonios
y alzo mi mirada para que puedas vislumbrarlos,
luchando juntos contra ellos, pues no tienen cabida
cuando la esencia está presente y la confianza fraguada.

Sonríes cuando la lucha desaparece,
cuando rendida mis mejillas se sonrojan
y mis lágrimas la emoción en mi rostro dibujan,
pasando el dolor a ser el pago del placer
y la pasión el lenguaje de los cuerpos.

Dominio que vence todos los miedos,
entrega que supera mis propios vicios,
el final que no se alcanza se aproxima
ambos sabemos de su momento,
dulcemente nos atrapa,
mientras el metal sigue asido
y mi cuerpo postrado…